El Zodiaco


EL ZODIACO
El zodíaco es un círculo de 360 grados, compuesto de 12 sectores iguales, de 30 grados cada uno, que son las 12 casas de los 12 signos astrológicos.
En el interior de este círculo ficticio y perfecto, imaginado y colocado alrededor de la Tierra por los hombres de la Antigüedad, se mueven los planetas.

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EL ZODÍACO Y EL CALENDARIO
Cada signo del zodíaco está situado dentro de uno de los 12 sectores mencionados, conforme a un orden cronológico establecido por el ritmo de las estaciones y por los ciclos del Sol y de la Luna.
Quienes crearon los calendarios -Relojes del Mundo Antiguo- observaron y midieron los ciclos del Sol y de la Luna, es decir, los movimientos repetitivos y relativamente inmutables, que el Sol, aparentemente, y la Luna realizan alrededor del planeta Tierra.

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LOS CALENDARIOS SOLARES Y LUNARES
El calendario solar egipcio estaba dividido en 360 días agrupados en 12 meses de 30 días cada uno.
El zodíaco, establecido también según el aparente movimiento del Sol alrededor de la Tierra estaba, por tanto, formado por un círculo perfecto de 360 grados.
Cada grado del zodíaco correspondía, de este modo, a un día del año solar.

Por otra parte, los caldeos, en el siglo VIII a.C., ya dividían el día en 12 partes iguales de 2 horas cada una a partir de la salida del Sol.
Los hebreos dividieron la semana en 7 días, creando de este modo un calendario al tiempo solar y lunar, es decir, establecido según los movimientos aparentes del Sol alrededor de la Tierra y según las fases de la Luna.

imageLAS PRIMERAS REPRESENTACIONES DEL UNIVERSO
Entre los milenios IV y III a.C., en la época sumeria -durante la cual fueron establecidos los primeros sistemas astrológicos-, se concebía el Universo como una inmensa bola vacía compuesta de dos hemisferios, y cuyo centro era la Tierra; por encima se hallaba el Cielo y por debajo el Infierno.
Según esta interpretación del mundo, los antiguos mesopotámicos imaginaron que los dos hemisferios se unían en la línea del horizonte, donde se fundían el Cielo y las aguas de las cuales emergía la Tierra.
Las primeras representaciones del universo
Según este criterio y desde su perspectiva, las estrellas y los planetas se desplazaban desde lo Inferior hacia lo Superior y desde lo Superior hacia lo Inferior, por encima y por debajo del plano del horizonte de la superficie del mar, en esta enorme bola del universo en cuyo centro estaba ubicada la Tierra.
De ese modo, la imagen de esta esfera nos hace pensar en el zodíaco.

 

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EL MAPA CELESTE
El zodíaco se ha convertido en una tabla de coordenadas, un instrumento de medidas creado para observar, seguir y situar los fenómenos celestes que se producen alrededor de la Tierra.
En el interior de los 12 sectores del zodíaco, agrupados de 3 en 3 durante cada una de las 4    estaciones del año, podemos fijar un instante preciso de un cielo siempre en movimiento si colocamos con exactitud los planetas y las estrellas.
De esta forma, podemos elaborar un mapa celeste como si fuera una fotografía del cielo, tomada en un momento determinado observado por el astrólogo.
Por otra parte, como el zodíaco está formado por un círculo perfecto de 360 grados que rodea a la Tierra, nos ofrece una visión panorámica del cielo.
Es decir, esto significa que se estudia tanto el cielo visible -el que podemos observar a simple vista o ayudados por un telescopio- como el que simultáneamente se encuentra en el hemisferio opuesto de la Tierra y que, por supuesto, no podemos ver.
Al configurar un mapa celeste con la ayuda del zodíaco, el astrólogo actúa exactamente como si tuviera un sexto sentido.

 

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¿PARA QUÉ SIRVE EL ZODÍACO?
El zodíaco no existe. Si levantamos la cabeza y miramos el cielo a cualquier hora del día o de la noche, no veremos zodíaco alguno.
Observando el cielo y los movimientos cronométricos de los astros con regularidad, el hombre de la Antigüedad concibió el zodíaco como un anillo colocado entre la Tierra y el Sol, en cuyo interior se podía ver cómo se desplazaban y circulaban los astros, es decir, las estrellas y los planetas.

Con el Zodiaco las sociedades de la Antigüedad podían observar y medir los desplazamientos de los astros al mismo tiempo.
En cierto modo, podemos decir que el zodíaco les hacía conocedores, no del cielo en profundidad, sino de los movimientos que los astros producían continuamente, aunque éstos no fueran observables a simple vista o en un tiempo presente.
Ayudándose del zodíaco, se podía «predecir» con certeza la llegada de tal o cual astro, en un determinado momento del año, en uno u otro sector del cielo y, por lo tanto, en un sector determinado del zodíaco, ya que los movimientos celestes presentan una regularidad cronométrica a lo largo de los siglos.
De este modo, lo que un antepasado observó, midió y codificó en un momento preciso, podía hacerse y comprobarse uno, dos o tres siglos más tarde.
Hoy en día puede todavía confirmarse la exactitud de algunos fenómenos celestes que fueron observados hace al menos cinco mil años.
Desde entonces, afirmando la simultaneidad, por una parte, de la aparición de un astro en un sector del cielo y del zodíaco y, por otra, de la manifestación de uno o varios fenómenos naturales en la Tierra o en su entorno inmediato, el hombre de la Antigüedad pudo prever los fenómenos mencionados y anticipar de forma lógica todas sus consecuencias sobre la naturaleza o sobre su propio espacio vital.
Así pues, y poco a poco, el hombre comprendió los elementos de la naturaleza y fue capaz de mejorar todos los campos de su vida sobre la Tierra.
Evidentemente, se trataba de una ambición científica, estimulada por un afán de conocimiento y por una finalidad práctica.

 

 

EL ZODÍACO, LA HERRAMIENTA DEL ASTRÓLOGO
La controversia que enfrenta con frecuencia a astrónomos y astrólogos contemporáneos se basa a menudo en la estructura misma del zodíaco y en su posible falta de rigor científico.
Pero, se trata de un malentendido. Astronómicamente, es cierto que los signos del zodíaco a los cuales nos referimos no están situados en un lugar preciso.
De hecho, nada es inmutable bajo la bóveda celeste. Así, el punto de partida del zodíaco de la Antigüedad ya no se corresponde exactamente con el que podemos observar hoy en día.

En el mismo zodíaco hay una diferencia de algunos grados. Pero este hecho no debe ser considerado como una restricción ni debe conducirnos a replantear los fundamentos básicos del zodíaco, ni el sistema astrológico creado por nuestros predecesores.
En algún momento entre los siglos VII y V a. C. el recorrido del Sol sobre la Tierra se dividió en doce partes, cada una de las cuales medía 30° dentro de los 360° del círculo del Zodiaco.
Cada parte se marcó con una constelación de estrellas y correspondía a un mes del año.

Es conveniente considerarlo únicamente como un entramado de datos de lectura, una herramienta útil para la observación del desplazamiento de los astros y necesaria para averiguar su ubicación en un momento dado.
Debemos considerarlo siempre, y a pesar de las imprecisiones que se le puedan achacar, como una herramienta útil del astrólogo sin dejar de olvidar que no existe.

 

BIBLIOGRAFÍA:

§ HALL, Judy (2007): La Biblia de la Astrología: Guía Definitiva del Zodiaco, Madrid, Gaia.
§ MARCH, Marion D. & MCEVERS, Joan (2002): Aprenda Astrología Vol. 1 Principios Básicos. Barcelona, Ed. Martínez Roca.
§ PALACIOS, Julia (1997): Astrología y transformación, México, Grijalbo.
§ PARKER, Julia & PARKER, Derek (2001): Parker's Astrology: The Definitive Guide to Using Astrology in Every Aspect of Your Life, New York, Dorling Kindersley Publishing.

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