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Mostrando entradas de octubre, 2013

Los primeros glifos astrológicos altomedievales

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"Dios como arquitecto, constructor y geometrista" -  grabado del Codex Vindobonensis 2554 (Francia, c. 1250), en la Österreichische Nationalbibliothek. El uso temprano de los glifos que representan los signos del zodíaco, los planetas y otros aspectos astrológicos o astronómicos se puede remontar a manuscritos del siglo X o XI en Europa. Los astrólogos helenísticos (a través de la Antigüedad tardía) normalmente escribieron los nombres de los signos y los planetas abreviados. En este período usaban glifos para el Sol y la Luna, pero hay poca evidencia de ello y de que haya sobrevivido en representaciones pictóricas de los planetas y los signos que pudieron haber tenido. La siguiente tabla de glifos se deriva de un manuscrito del siglo del siglo VI del astrólogo bizantino Rhetorius, que fue publicada en la obra Greek Horoscopes ( Horóscopos griegos) de Otto Neugebauer y HB Van Hoesen. Bibliografía: Neugebauer y Hoesen (1959): Greek horoscopes , American Philoso

HISTORIA DE LA ASTROLOGÍA – Primeros Cristianos

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Un fragmento del fresco de la Catedral de Svetitskhoveli, Georgia, representando el Zodíaco. El cristianismo y la astrología han formado una extraña pareja. Al principio había cierta armonía, pero a medida que pasaba el tiempo, la división se hacía más fuerte. Sin embargo, en las épocas y los lugares donde se esperaría que la hostilidad fuera más aguda, el mundo cristiano ha mostrado escasos deseos de acritud y ha dejado ver, por el contrario, su curiosidad por el asunto. Mosaico italiano del siglo VI (Basilica di Sant'Apollinare Nuovo‎, Italia) representa la Importancia de la «estrella» que condujo a los Reyes al lugar de nacimiento de Cristo. Siguiendo las estrellas Los primeros cristianos no se escandali­zaban ante la idea de que una estrella (probablemente una triple conjunción de Júpiter, Saturno y Urano) hubiera guiado a los tres Magos hasta la cuna del recién nacido Jesús en Belén. De he­cho, los primeros cristianos debieron de considerar muy probable que el naci­miento del