Código ético


DECÁLOGO ÉTICO DEL TAROTISTA


Quienes practicamos este decálogo, estamos de acuerdo en que:

Nosotros orientamos, las personas deciden.
1. Existe el libre albedrío.

Las cartas indican, pero no sentencian.
Cuando interpretamos una lectura de Tarot vemos como está cada situación en esos momentos y hacia dónde se dirige. A  partir de ahí, es el propio consultante quien decide si va por este camino o por otro.

2. Informamos de las opciones, no tomamos decisiones.

Antes de cualquier decisión del consultante, nosotros informamos de las diferentes opciones, pero es la persona quien debe decidir hacia dónde quiere ir, cómo y cuándo. Eso sí, nosotros debemos informarle de qué es lo que puede encontrarse en cada situación.

3. Respetamos las maneras de pensar y hacer.

No juzgamos. En ningún caso emitiremos juicios internos, ni externos del consultante. Cada quién tiene sus razones y nadie es ni peor ni mejor. Nosotros no sabemos como actuaríamos en esas mismas circunstancias y con las experiencias de otro.

4. Ayudamos a identificar oportunidades, aprovechar y a sacar el máximo partido de los potenciales del consultante y de cada momento.

El Tarot y los oráculos son herramientas con las que podemos ayudar y guiar muy bien a los demás. Una de las maneras, es fomentar los potenciales y recursos que todos tenemos, y que muchas veces no vemos o no somos conscientes. Y cuando vemos un buen momento en cualquier ámbito (trabajo, sentimientos, dinero, crecimiento personal…) debemos hacer que el consultante lo aproveche al máximo.

5. Buscamos soluciones a las situaciones difíciles.

Detectamos las posibles dificultades, buscamos soluciones y maneras para evitarlas y/o superarlas. Cuando vemos una dificultad, sea la que sea, pequeña o grande, siempre deberemos avisar a nuestro consultante y orientarlo positivamente sin asustar. Deberemos ver cómo podremos superar o evitar las situaciones más complejas y, si no podemos, encontrar cuál es el camino más sencillo y qué aprendizaje debe realizar para superar de la mejor manera la dificultad. Nunca seremos deterministas, ni negativos, ya que esto solo inquietaría más al consultante y empeoraría la situación. A nosotros nos corresponde ayudar a la persona consultante a ver otras opciones y posibilidades.

6. Utilizamos un lenguaje claro y adecuado.

Es muy importante utilizar un lenguaje que se entienda, que sea cercano, concreto y claro, sin divagar ni dispersarnos. Deberemos evitar lenguajes muy técnicos (sobre todo en Astrología).

Confidencialidad

7. Todo lo que decimos y oímos es confidencial.

Practicamos la confidencialidad de la información, tanto de la que hemos recibido por parte del consultante, como de las recomendaciones y orientaciones. En sentido amplio y profundo. La persona que nos consulta lo hace con toda la confianza y merece la privacidad de todo lo que se ha explicado y de su propia persona. Siempre aplicaremos el secreto profesional.

8. No utilizaremos información en beneficio propio.

No utilizaremos nunca ni directa, ni indirectamente, la información en beneficio propio.

Responsabilidad

9. Sólo las acciones y decisiones de la persona consultante pueden modificar su futuro.

La única cosa que nosotros podemos hacer y debemos hacer de la mejor manera que nos sea posible, es orientar. La última palabra sólo la tiene el propio consultante con su trabajo personal. Por lo tanto, nunca intervendremos de ninguna manera para modificar su futuro ni con magias, ni dirigiéndole la vida, ni diciéndole lo que debe hacer.

10. El precio de la consulta ha de ser razonable.

Tendremos un precio establecido previamente, definiendo el servicio que daremos. La retribución deberá estar ajustada a la dedicación, capacidad, conocimiento y experiencia contrastada. Informaremos de las características del servicio que ofrecemos en nuestros materiales de difusión y a la hora de concertar una consulta, indicaremos la duración, el formato (si adjuntaremos algún documento o grabación) y el precio de la misma.


JURAMENTO HIPOCRÁTICO DEL ASTRÓLOGO


«No practicaré la adivinación ni la predicción para satisfacer los mórbidos anhelos de los curiosos, ni buscaré asombrar, ni jugar con la credibilidad ajena, sino que satisfaré consultas solo a quieres tengan un problema sobre el cual saben que necesitan ayuda, buscándola ansiosamente.

En lugar de adelantar un pronóstico, me esforzaré para instalar el pensamiento recto que contribuya a evitar o mitigar una condición desfavorable que vea en una actividad, interpretándola en términos de influencias, más bien que de sucesos, y enseñando, en todo momento, una filosofía de libre albedrío y autocontrol emocional que sea antítesis de fatalismo y predestinación implacable. 

No daré a persona alguna consejo que contribuya a perjudicar a otra o aprovecharse injustamente de ella.

Jamás efectuaré manifestación negativa ni interferencia alguna que vaya en demérito de otro astrólogo, salvo que éste lo haga en mi contra.

No cejaré jamás en mis esfuerzos para acrecentar mi conocimiento holístico para enseñarlo a quienes juzgue dignos de seguir mis huellas y consagrar mis energías sin regateo al mejoramiento de la comprensión humana y a las relaciones personales en servicio de la humanidad y la sociedad.

Quiera el Creador, que puso los planetas en sus órbitas como medios de guía de los destinos de los seres humanos, preservarme y sostenerme en proporción a la fidelidad con que yo cumpla con las leyes que me ordenó enseñar.»


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