Los planetas retrógrados

En una carta astral, los planetas retrógrados permiten comprender qué elementos de la personalidad pueden ayudar a un ser a vivir mejor el presente.
No obstante, observarás que dicha teoría es totalmente aceptable cuando, a fin de cuentas, uno se siente «normal». Escribimos «normal» entre comillas porque nos abstenemos de definir la normalidad.
Sin embargo, debemos admitir que todos tenemos, inconscientemente, una noción común de ella. Por suerte, la inteligencia nos permite relativizar y matizar este sentido común.
Aunque este «normal» implique sentirse mal, ¿no es tranquilizador, reconfortante y “desculpabilizador” descubrir que ese mal que uno lleva dentro, o ese sufrimiento, estaba ya inscrito? En cambio, a partir del momento en que se sale de esta «normalidad», esta teoría de las influencias se convierte totalmente en inaceptable.
¿Cómo podríamos creer y pensar que el destino de un ser que nace víctima de una enfermedad genética grave, o en unas condiciones económicas desastrosas que arruinarán su salud, su vida y todas sus esperanzas de convertirse en un individuo de pleno derecho, es consecuencia de su autodeterminación? ¿Cómo un ser puede haber elegido nacer enfermo o tullido cuando tuvo la posibilidad de vivir sano y con plenas facultades?
Esta teoría a la que se refieren todos los que creen sin matices en el karma y la predestinación, no resulta muy generosa.
Entonces, hay que enfocar las cosas desde otro punto de vista.
Cada uno de los 10 astros presentes en la carta astral representa alguno de los elementos esenciales de la personalidad. Respecto a este tema, insistimos una vez más en el hecho de que el mapa del cielo es una representación gráfica y simbólica de lo que hoy llamamos la psicología profunda de un ser.
 
LAS INFLUENCIAS
Un individuo es tal como es, se comporta de cierta manera y actúa y reacciona según sus propias características. A tal idiosincrasia se debe que en su carta astral se inscriban claramente unos astros emplazados en determinados signos y determinadas Casas, que nos permitirán hallar en su mapa del cielo sutiles mecanismos, complejos engranajes y elementos esenciales de su personalidad, y no a la inversa.
Puede parecer extraño insistir sobre este punto. Sin embargo, al estar atenazados entre quienes practican una astrología de bazar o de fin de semana, los medios de comunicación, que se aprovechan de la popularidad que tiene la astrología -y que no vacilan en llamar a ignorantes sin ningún conocimiento astrológico para redactar los horóscopos-, y los que han usurpado una astrología tratada desde el punto de vista del racionalismo científico, caemos en la tentación de decir que, si algunos quieren hacernos creer que los astros nos influyen, sería más correcto y sensato preguntarnos razonablemente qué influencias padecemos verdaderamente, o más exactamente, bajo qué influencias vivimos
Se resume en un punto de vista común, no sin interés, que consiste en admitir que queremos ver y creer sólo lo que aceptamos ver y creer. Dicho de otra manera, se puede considerar que en un ser hay cierta autodeterminación de ser como es.
 
DEL FUTURO AL PRESENTE
Quien se preocupe por su futuro, que haga como si no lo tuviera realmente, dice un proverbio chino. En otras palabras, el futuro no existe. Está por hacer y por inventar. Pero, sobre todo, cuanto más se vive el presente, tanto más se aprende a estar presente consigo mismo y tanto menos tendrá uno razones para preocuparse del futuro. Esta es la gran lección revelada en nuestra carta astral por los astros retrógrados, que son planetas que dan la impresión de dar marcha atrás en el zodíaco durante ciertos períodos del año. En un mundo en el que todo nos empuja a hablar del futuro, a trabajar para el futuro, puede parecer paradójico o chocante afirmar que el futuro no existe.
Sin embargo es así. Si pensamos tanto en el futuro es porque tenemos miedo y vivimos en la esperanza. Ambos sentimientos nos sacan fuera de nosotros mismos, nos alejan de nuestras ver-daderas preocupaciones, nos impiden vivir plena y simplemente el momento presente.
Ahora bien, el futuro es siempre consecuencia del presente y sólo podemos vivir el presente en función de las cualidades que poseemos, sin juicios de valor.
De manera que los elementos que componen nuestra personalidad revelados por los astros retrógrados llaman al orden respecto a este tema. Al encontrarse ellos mismos paralizados en el cielo o retrógrados, en ciertos momentos -al menos es la impresión que nos dan, por supuesto-, nos frenan en nuestra huida desesperada hacía delante.
«Retrogradar» es un verbo que no nos gusta utilizar mucho, pues implica una regresión, un retroceso y una pérdida. Todo eso no resulta precisamente gratificante, entusiasmador, ni enérgico. Pero, como no podemos evitar tener sentimientos contradictorios y emociones más o menos fuertes, que nos hacen movernos y nos remueven interiormente, es positivo que haya en nosotros principios que nos obliguen a calmarnos, a frenarnos un poco, para que tomemos conciencia de nuestro ritmo y vivamos el presente, aquí y ahora.
Para comprender bien la ilusión óptica que producen los astros retrógrados, basta con imaginar que un tren adelanta a otro. Cuando el que adelanta disminuye la velocidad nos da la impresión de ir marcha atrás respecto al segundo.
 
Los astros retrógrados y sus significados
Al trazar cartas astrales, observaremos que las llamadas “las luminarias”, es decir, el Sol y la Luna, nunca son retrógrados. En otras palabras, todo lo que sale de la voluntad instintiva, pura, espontánea y del poder creador del ser y su sensibilidad, no puede frenarse, retrasarse ni cambiarse en ningún caso, ni de ninguna manera.
Asimismo, lo que podríamos definir como el yo profundo (el Sol) y el yo sensible (la Luna), es decir, el potencial masculino y femenino que posee un ser, sea hombre o mujer, permanece igual a sí mismo, tal como está inscrito en la carta astral en su nacimiento y tal como está inscrito en el ser en cuestión, evidentemente.
MercurioEn cambio, Mercurio casi siempre es retrógrado. Cuando efectivamente lo es, la inteligencia se frena, se paraliza y se fija en el presente. El espíritu es más primario, más realista y más pragmático. El individuo en cuestión casi siempre está obligado a realizar mayores esfuerzos que los demás para concentrarse o reflexionar. No puede por menos que apreciar las cualidades de una mente bien ejercida.
VenusVenus retrógrado refrena oportunamente las emociones casi siempre demasiado vivas y exacerbadas, que condicionan u ofuscan al individuo. El individuo en cuestión puede aprender perfectamente a dominarlas.
MarteMarte retrógrado indica un poder de acción esencial y tan coherente que no se utiliza jamás en vano, ya que los recursos energéticos del individuo en cuestión casi siempre están restringidos o limitados. Debe tomar precauciones antes de actuar, sólo hacerlo cuando es absolutamente necesario.
JúpiterJúpiter retrógrado retiene casi siempre el yo expansivo, que podría tender a la inflación, a la autosatisfacción y dilatarse de forma excesiva y complaciente hasta ahogar o aniquilar los otros elementos de la personalidad.
SaturnoSaturno retrógrado revela un individuo justamente lúcido y razonable. Nada se escapa, ni de él ni de su alrededor.
UranoUrano retrógrado inhibe la capacidad de decisión para que el individuo pueda acceder a una forma de independencia de espíritu o camino destacable.
NeptunoNeptuno retrógrado es lo propio de un ser que encuentra únicamente en sí mismo todos los recursos que necesita para transformarse de forma profunda.
PlutónPlutón retrógrado indica un ser que es capaz de regenerarse, apartándose totalmente del mundo y de los demás.
Fuente:
NAVARRO CAPELLA, Francesc (1998): Colección Aprender y Conocer la Astrología, Madrid, Salvat.

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