Las eras, la precesión de los equinoccios o los ciclos milenarios

 

Nada está fijo en el universo. Nada permanece fijo en el cielo de la Tierra.

Por eso, el punto vernal cambia deposición a lo largo de los siglos.

Es lo que llamamos el movimiento de precesión de los equinoccios.

 

En astrología, la duración de una era se calcula en función del tiempo que emplea el punto vernal en retrogradar en un signo de la rueda zodiacal.

Muchas cosas cambian y se trans­forman ante nosotros. Algunas con bastante rapidez, como el paso del día a la noche, el cual podemos ob­servar fácilmente; otras, con más len­titud, como los fenómenos inherentes a los cambios de las estaciones.

Sin embargo, algunos cambios resul­tan tan tenues, tan sutiles, tan lentos en la naturaleza, que son casi inapre­ciables. Tendríamos que vivir 1.000 o 2.000 años, incluso más, para ser tes­tigos de ellos. Es éste el caso del nivel del mar, que gana terreno a algunas costas y lo pierde en otras. De manera tal, que parece que la relativa estabi­lización de los ríos en Europa sólo tiene siete u ocho siglos. Hemos dicho «relativa» porque tan sólo es aparente. En realidad, cierta parte del litoral Me­diterráneo retrocede poco a poco. También podemos dirigirnos hacia otro fenómeno igualmente espectacu­lar, llamado tectónica de placas o de­riva de los continentes. Según esta teoría científica, los cinco continentes, al principio, formaban uno solo, proce­dente de un enorme supercontinente, Gondwana, el cual abarcaba la mayo­ría de tierras emergidas en un único bloque gigantesco. ¡De esto hace unos 600 millones de años! En efecto, di­chas cifras superan nuestro entendi­miento, nosotros que sólo contamos con una esperanza de vida inferior a 100 años. Sin embargo, señalemos que la hipótesis de la tectónica global, de la deriva de los continentes y, conse­cuentemente, de un continente único que habría preexistido, es muy reciente, puesto que data de los años setenta; es resultado de estudios conjuntos de científicos ingleses y franceses. Pero no podemos dejar de acordarnos, en este caso, de que muchas cosmogonías hacen alusión a una Tierra única -o si se prefiere a un solo continente- ro­deada de mar por todas partes. ¿Po­dría tener memoria la Tierra? ¿Estaría impregnada de la memoria incons­ciente de los hombres -lo que Gustav Jung llamaba el inconsciente colectivo- o bien estarían en comunicación una y otra, en interacción, en comunión per­manente? Nos abstendremos de dar las respuestas definitivas o de llegar a cual­quier conclusión al respecto, pero sí di­remos que hoy día todas las hipótesis son posibles, puesto que una cosa es se­gura: la materia no es estática, el uni­verso no es estático, nada está fijado de una vez por todas aquí abajo, todo se mueve, cambia, se trasforma en todo momento, y la estructura del universo y la del hombre presentan decidida­mente muchos puntos en común.

LAS ERAS O EL CALENDARIO DE LOS MILENIOS

Ya hemos visto que antiguamente fue­ron establecidos un calendario lunar y mensual y un calendario solar y anual; pero también horario, ya que el Sol servía de referencia para fijar las horas. Asimismo, nuestros antepasados, que no podían ni plantearse, ni imaginar un calendario que les diera una pers­pectiva mucho más vasta del tiempo y de la vida, confeccionaron un calen­dario basado en 25.760 años, exacta­mente, que es el tiempo que emplea el punto vernal en dar la vuelta al zodía­co, esta vez, girando en el sentido de las manecillas del reloj, al igual que el eje de los Nodos lunares.

En efecto, el punto vernal a partir del cual fijamos el grado 0 del zodíaco re­trógrado en el zodíaco a lo largo de los años necesita 2.146 años y 8 meses para recorrer uno de los 12 signos del zo­díaco. Este lapso de tiempo, durante el cual atraviesa un signo del zodíaco, ha sido llamado «era». De tal modo, ha­cemos referencia a la era de Piscis, la era de Acuario, la era de Capricornio, etc.

DE LA ERA DE PISCIS A LA ERA DE ACUARIO

Se admite comúnmente que la era de Piscis empieza con el nacimiento de Jesús. ¿Significa eso que el fenómeno celeste que habían previsto y señalado, y del que fueron testigos los Reyes Magos, que acudieron al nacimiento de Jesús, coincidió exactamente con la entrada del punto vernal en el signo Piscis? Es posible. Pero no tenemos ninguna prueba histórica de ello.

Sin embargo, si situamos el nacimiento de Jesús en el año 749 de Roma, como parecen coincidir los historiadores, es decir en el año 4 de nuestra era, es pues ese año cuando la era de Piscis habría empezado. Se terminará, pues, en el año 2150 o 2151, siendo uno de estos dos años el primero de la era de Acua­rio, que durará hasta el año 4296 de nuestra era, aproximadamente, si es que por entonces todavía calculamos el tiempo de esta manera.

 

 

Fuente:
NAVARRO CAPELLA, Francesc (1998): Colección Aprender y Conocer la Astrología, Madrid, Salvat.

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