Tauro y el mito del rapto de Europa
El mito del rapto de Europa.
Este mito trata de cómo Zeus raptó a una princesa fenicia llamada Europa; el dios se metamorfoseó en un bellísimo toro blanco y resplandeciente, para no despertar las sospechas de su esposa la diosa Hera, y con esta forma se acercó y sentó a los pies de la joven. Europa se encontraba en una playa con sus amigas cuando apareció el toro blanco (Zeus), y ante su mansedumbre, Europa se montó en él, y éste se la llevó cruzando el mar hasta Creta gracias a la ayuda de Poseidón, los Vientos le ayudaron a avanzar y grupos de divinidades marinas surgieron como cortejo. A través del mar, ambos llegaron hasta la isla de Creta, donde el dios y la mortal se unieron a la sombra de unos árboles que, en recuerdo de dicho acontecimiento, nunca perderían sus hojas. Allí Europa dio a luz a tres hijos: Minos, Sarpedón y Radamantis; dejando así la estirpe divina en la isla.
Este mito trata de cómo Zeus raptó a una princesa fenicia llamada Europa; el dios se metamorfoseó en un bellísimo toro blanco y resplandeciente, para no despertar las sospechas de su esposa la diosa Hera, y con esta forma se acercó y sentó a los pies de la joven. Europa se encontraba en una playa con sus amigas cuando apareció el toro blanco (Zeus), y ante su mansedumbre, Europa se montó en él, y éste se la llevó cruzando el mar hasta Creta gracias a la ayuda de Poseidón, los Vientos le ayudaron a avanzar y grupos de divinidades marinas surgieron como cortejo. A través del mar, ambos llegaron hasta la isla de Creta, donde el dios y la mortal se unieron a la sombra de unos árboles que, en recuerdo de dicho acontecimiento, nunca perderían sus hojas. Allí Europa dio a luz a tres hijos: Minos, Sarpedón y Radamantis; dejando así la estirpe divina en la isla.
El rapto de Europa.
Jugaba un día la bella princesa fenicia Europa, hija de los reyes de Tiro, Agenor y Telefasa, en el prado junto a otras jóvenes de la región. Admiraban entre risas a los espléndidos toros del padre de la princesa, la cual poseía tal hermosura que era motivo constante de disputa tanto entre los mortales como entre los dioses que alguna vez se habían deleitado con su presencia.
Pero he aquí que uno de los toros, sin duda el de mayor tamaño, de magnífico porte y de un deslumbrante color blanco, se separó del resto y se acercó a Europa, postrándose incluso ante ella. La joven, que primero se asustó, poco a poco fue sintiéndose halagada y comenzó a acariciar a la noble bestia. Momentos más tarde se hallaba sentada sobre su lomo mientras disfrutaba llena de confianza. Claro que no sabía lo que ocurriría después…
De repente el toro se lanzó a una carrera desenfrenada y saltó al mar desde el acantilado, llevándose consigo a una Europa presa del pánico. No entendía qué ocurría, no sabía qué había podido pasar, desconocía que realmente ese toro blanco no era otro que Zeus, el dios, que, loco de deseo por ella tras verla la primera vez, había urdido un plan para que ella no pudiera rechazarlo como había hecho con el resto de sus pretendientes.
Jugaba un día la bella princesa fenicia Europa, hija de los reyes de Tiro, Agenor y Telefasa, en el prado junto a otras jóvenes de la región. Admiraban entre risas a los espléndidos toros del padre de la princesa, la cual poseía tal hermosura que era motivo constante de disputa tanto entre los mortales como entre los dioses que alguna vez se habían deleitado con su presencia.
Pero he aquí que uno de los toros, sin duda el de mayor tamaño, de magnífico porte y de un deslumbrante color blanco, se separó del resto y se acercó a Europa, postrándose incluso ante ella. La joven, que primero se asustó, poco a poco fue sintiéndose halagada y comenzó a acariciar a la noble bestia. Momentos más tarde se hallaba sentada sobre su lomo mientras disfrutaba llena de confianza. Claro que no sabía lo que ocurriría después…
De repente el toro se lanzó a una carrera desenfrenada y saltó al mar desde el acantilado, llevándose consigo a una Europa presa del pánico. No entendía qué ocurría, no sabía qué había podido pasar, desconocía que realmente ese toro blanco no era otro que Zeus, el dios, que, loco de deseo por ella tras verla la primera vez, había urdido un plan para que ella no pudiera rechazarlo como había hecho con el resto de sus pretendientes.
Todas estas preguntas hallaron respuesta una vez que alcanzaron la isla de Creta. Allí Zeus adquirió de nuevo forma de hombre y poseyó a Europa quien no tuvo reparo en acceder a las pretenciones del dios, pues se sentía alagada porque el mismo Zeus la cortejara. Su unión tuvo lugar cerca de la Fuente de Gortina, concretamente bajo unos árboles que al haber presenciado el acto entre el dios y la mortal, siempre permanecieron verdes. Del encuentro entre Europa y Zeus nacieron tres hijos, los cuales tuvieron por nombres: Sarpedón, Radamantis y Minos (futuro rey de Creta y carcelero del temido Minotauro).
Zeus tenía que regresar al Olimpo, no quiso ser del todo injusto con la joven y abandonarla tras sus amoríos con ella, por eso le hizo tres regalos valiosos: Un autómata de bronce llamado Talo que le serviría para vigilar la costa de la isla, un perro que era siempre certero con sus objetivos de caza y una jabalina que siempre daba en el blanco. Además concertó su matrimonio con el Rey de Creta, Asterión, quien incluso adoptó a los hijos de Zeus por no tenerlos propios.
Cuenta la leyenda que, entretanto, el padre de Europa, desesperado, caminó y caminó por muchos territorios llamando a su hija: ¡Europa! ¡Europa! sin hallar nunca contestación. Y que los habitantes de otros lugares por los que iba pasando terminaron llamando así al continente. Se cuenta también que, tras la muerte de Europa, en su honor, Zeus convirtió en constelación a la forma de toro gracias a la cual había podido raptar a la princesa, incluyéndose desde ese momento entre los signos del zodíaco.
Zeus tenía que regresar al Olimpo, no quiso ser del todo injusto con la joven y abandonarla tras sus amoríos con ella, por eso le hizo tres regalos valiosos: Un autómata de bronce llamado Talo que le serviría para vigilar la costa de la isla, un perro que era siempre certero con sus objetivos de caza y una jabalina que siempre daba en el blanco. Además concertó su matrimonio con el Rey de Creta, Asterión, quien incluso adoptó a los hijos de Zeus por no tenerlos propios.
Cuenta la leyenda que, entretanto, el padre de Europa, desesperado, caminó y caminó por muchos territorios llamando a su hija: ¡Europa! ¡Europa! sin hallar nunca contestación. Y que los habitantes de otros lugares por los que iba pasando terminaron llamando así al continente. Se cuenta también que, tras la muerte de Europa, en su honor, Zeus convirtió en constelación a la forma de toro gracias a la cual había podido raptar a la princesa, incluyéndose desde ese momento entre los signos del zodíaco.
El signo de Tauro.
Las personas nacidas bajo el signo de Tauro son lentas, trabajadoras, pacientes, perseverantes, ejecutivas y reservadas. Son seres sanos, en contacto con la naturaleza universal. Su principal característica es su capacidad de adquirir y se destacan por su conservadurismo, procurando no desperdiciar sus fuerzas. Suelen ser decididas, persistentes y dogmáticas, y se comunican en tono sereno, firme y autoritario. Se requiere mucho para indignarlas, pero cuando esto sucede pueden ser furiosas y violentas, perdiendo el control. Poseen grandes reservas de energía, lo que las hace muy tenaces, y se contienen hasta que algo libera las fuerzas acumuladas.
Regidos por Venus, poseen una extraordinaria sensibilidad artística, instintos imperiosos y sensualidad desbordante. Sus instintos son, sobre todo, captadores, inclinados a adquirir, conservar, a vivir lo más intensamente posible en el mundo del poseer. A veces, pueden ser personas muy mundanas, tendiendo a buscar el placer en las cosas buenas de la vida, y les agradan las fiestas y las comodidades. Son maternales, domésticos y protectores. Pueden inclinarse a la inercia y ser perezosos, sensuales y egoístas. Les gustan los métodos seguros y experimentados, sobre todo en los negocios. En casi todas las ocasiones, se inclinan mas por lo objetivo y concreto que hacia lo subjetivo e irreal, pasando por esta razón frecuentemente por periodos sumamente materialistas, que dejarán una profunda impresión en sus futuras acciones.
Tauro gobierna el cuello y la garganta, que puede ser la parte más sensible de su organismo, así como la vena yugular, tiroides y amígdalas.
La cualidad interior o destino de este signo es la OBEDIENCIA; y ante la interrogante de expresar su esencia: Tauro, el Práctico dice: ¡YO POSEO!.
Regidos por Venus, poseen una extraordinaria sensibilidad artística, instintos imperiosos y sensualidad desbordante. Sus instintos son, sobre todo, captadores, inclinados a adquirir, conservar, a vivir lo más intensamente posible en el mundo del poseer. A veces, pueden ser personas muy mundanas, tendiendo a buscar el placer en las cosas buenas de la vida, y les agradan las fiestas y las comodidades. Son maternales, domésticos y protectores. Pueden inclinarse a la inercia y ser perezosos, sensuales y egoístas. Les gustan los métodos seguros y experimentados, sobre todo en los negocios. En casi todas las ocasiones, se inclinan mas por lo objetivo y concreto que hacia lo subjetivo e irreal, pasando por esta razón frecuentemente por periodos sumamente materialistas, que dejarán una profunda impresión en sus futuras acciones.
Tauro gobierna el cuello y la garganta, que puede ser la parte más sensible de su organismo, así como la vena yugular, tiroides y amígdalas.
La cualidad interior o destino de este signo es la OBEDIENCIA; y ante la interrogante de expresar su esencia: Tauro, el Práctico dice: ¡YO POSEO!.
Bibliografía:
ANDREU, Teresa (2003): Astrología y Mitología. Los mitos que vivimos, Barcelona, RBA.
GEOFFREY, Cornelius (2005): Manual del cielo y sus mitos: Guía práctica para observar 88 constelaciones, sus mitos y sus simbolismos, Barcelona, Blume.
GRAVES, Robert (2001): Los mitos griegos, 2 volúmenes, Madrid, Alianza.
GOODMAN, Linda (1984): Los signos del Zodiaco y su carácter, Barcelona, Urano.
PASCUAL FERNÁNDEZ, Arturo Marcelo y GÓMEZ CORDERO, Teodoro (2008): Dioses y mitos de todos los tiempos, Barcelona, Océano-Ámbar.
TRUJILLO, Luis (2004): Los signos del Zodiaco, México, LIBSA/Diana.
ANDREU, Teresa (2003): Astrología y Mitología. Los mitos que vivimos, Barcelona, RBA.
GEOFFREY, Cornelius (2005): Manual del cielo y sus mitos: Guía práctica para observar 88 constelaciones, sus mitos y sus simbolismos, Barcelona, Blume.
GRAVES, Robert (2001): Los mitos griegos, 2 volúmenes, Madrid, Alianza.
GOODMAN, Linda (1984): Los signos del Zodiaco y su carácter, Barcelona, Urano.
PASCUAL FERNÁNDEZ, Arturo Marcelo y GÓMEZ CORDERO, Teodoro (2008): Dioses y mitos de todos los tiempos, Barcelona, Océano-Ámbar.
TRUJILLO, Luis (2004): Los signos del Zodiaco, México, LIBSA/Diana.
Ilustraciones - Arte digital: The Zodiac, Kagaya Yutaka, 1996.
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