Piscis y el mito de Afrodita y Eros huyendo de Tifón, y el mito de Derketo


Los mitos de Piscis.
Existen dos versiones sobre los mitos asociados a Piscis: La primera de ellas dice que los peces son la gratificación de la diosa Afrodita o Venus y su hijo Cupido o Eros, quienes se dice que fueron transformados de esta manera dado su peligroso y traumático escape del gran monstruo implacable Tifón. La segunda versión tiene relación con las Sirenas, criaturas marítimas de un intelecto verdaderamente genial, donde el rostro refleja el de una mujer y la otra mitad del cuerpo representa a un pez.
La versión de Higinio se basaba en el mito de Venus y su hijo Cupido (en la mitología griega, Afrodita y Eros). Estas dos figuras mitológicas fueron sorprendidas por el monstruo Tifón, pero Venus sabía que podrían escapar por el agua. Cogió a Cupido y se sumergió en el agua, donde ambos se transformaron en peces. Para asegurarse de que no se perderían, se ataron con una cuerda. En el cielo vemos, por lo tanto, a madre e hijo, unidos por una cuerda.
La versión del astrónomo griego Eratóstenes (nacido en el año 276 a. C.) nos cuenta que el origen del simbolismo del pez está en un gran pez que salvó a Derketo (una diosa asiria que era mitad pez, mitad mujer), cuando ésta cayó en una laguna. En esta versión, Derketo era considerada hija de Afrodita.

El mito de Afrodita y Eros huyendo de Tifón.
Existen diversas genealogías para este dios. Una de las más tradicionales, aceptada y difundida establecía que era hijo de Afrodita (diosa del Amor) y de Ares (Dios de la Guerra). Su fisonomía más conocida que es la que lo describe como un niño alado, que se divierte llevando el desasosiego a los corazones.
Cuenta el mito que durante la cruenta batalla contra los titanes, un día los dioses fueron sorprendidos por la aproximación del monstruo. El dios Pan les gritó una advertencia y trató de cambiarse a sí mismo en un pez. Afrodita y su hijo fueron sorprendidos por uno de ellos, Tifón, que era un colosal y espeluznante monstruo alado cuya estatura era tal que podía alcanzar las estrellas. Poseía cabezas de dragón por dedos y un gran número de serpientes se hallaba repartido entre sus muslos, con incluso más serpientes formando sus piernas a partir de éstos. Tifón podía abrasar todo lo que se le opusiese con su ígnea mirada, así como vomitar fuego y lava de su boca, y crear huracanes y terremotos moviendo sus alas. La diosa Afrodita, asustada intentó esconderse con su hijo entre los cañaverales del río Éufrates. Una de las versiones del mito narra que: dos peces guiaron a los dioses para salvarlos, y otra que se convirtieron en dos peces, de ahí que estén unidos por un cordón (ella ataría a su hijo a su cuerpo para nadar de forma más rápida y segura).


El mito de Derketo.
Derketo era como conocían los antiguos griegos a la deidad Atargatis, una diosa en la mitología asiria, a la que representaban en forma de pez con cabeza, brazos y pecho de mujer. A veces era confundida con Dagón, que igualmente aparecía en las iconografías como semi-pez, aunque su parte humana, en este caso, era masculina. Sólo esta diosa y Eurínome fueron representadas por los griegos, entre las diosas femeninas, con la misma constitución anfibia. Atargatis se sumergió en el lago Ascalón con su hijo cuando era perseguida por los Mopsos y se salvó gracias a su cola de pez. Este mito asirio daría origen al mito griego de la diosa Derketo que se arrojó a las aguas del mismo lago, después de matar a uno de sus sacerdotes y abandonar a la hija de ambos en el desierto. Derketo recibió entonces la cola de pez como símbolo de su pecado.
Derketo ofendió a Venus y entonces la diosa le inspiró una pasión ciega hacia uno de los que le ofrecían sacrificios en el templo, el pastor Caístro. De esta pasión nació una niña, Semíramis que llegaría a ser reina de Babilonia. Después de nacer su hija, también por obra de Venus, acabó el amor que Derketo sentía por ella, y al que siguió el conocimiento de su falta y la vergüenza de haberla cometido. Derketo, se volvió loca también por acción del castigo de Venus, abandonó a su hija en un desierto, para que pereciese. Unas palomas cuidaron de alimentarla y un pastor llamado Simas la recogió. Derketo hizo matar al hombre a quien había amado y se arrojó al agua dispuesta a darse muerte, pero los dioses no lo permitieron. Así dio origen a su morfología anfibia.


El signo de Piscis.
Las personas nacidas bajo el signo de Piscis son generalmente difíciles de definir. Están capacitadas para ser excelentes médiums y recibir las impresiones que les llegan de los demás. Emotivas y reservadas, pacientes y meditativas, amables y generosas, imitativas, receptivas y pacíficas cuando viven de acuerdo a su mejor naturaleza; les gusta investigar los fenómenos y parecen poseer una comprensión peculiar que les es propia. Comúnmente son joviales, sociables y resultan compañeros entretenidos, pero pueden pasar de la mayor alegría a la mayor depresión, e igual están dispuestas a ayudar que a solicitar ayuda. Con frecuencia carecen de sentido de responsabilidad, de ahorro, de método y caen en la mayor ignorancia en todo lo concerniente a sabiduría mundana. Por lo general, ellas mismas son sus peores enemigos y, aunque no son violentas o crueles, son capaces de engañarse a sí mismas y engañar a los demás. Poseen una imaginación dispersa que se expande y extiende al infinito y les hace desear escapar del mundo de la limitación a través de la pasión, de una amplitud del campo de conciencia al que añaden una especie de flotamiento, de flexibilidad y expansión que, a menudo, resulta difuso. Su dificultad estriba en hacer de este caos un mundo organizado y corren el peligro de quedarse en una nebulosa, convertidos en seres que nadan entre dos aguas, que tantean, huyen de sí mismos, veleidosos, huidizos e inaccesibles, inestables y errantes, pueden resultar quiméricos e incoherentes.
Evolucionadas, las personas nacidas bajo este signo, se encuentran dotadas para vivir un estado de gracia, de clarividencia, de santidad o misticismo y capaces de aportar toda su dimensión de bondad, de generosidad y de humanidad, olvidándose de sí mismas hasta el sacrificio. Saben del fervor de la vida profunda y pueden alcanzar los más grandes goces espirituales. Cuando se posee menos evolución, estas personas pueden entregarse a la bebida cuando sufren ansiedad y preocupación y ceden a las peores formas de la tentación. Les gusta vagar sin rumbo, son un tanto molestas y, a veces, demasiado dadas a los detalles. Se obsesionan fácilmente y son cambiantes e imaginativas o, mejor dicho, fantasiosas y siempre están dispuestas a atribuir sus fallos a las condiciones que les rodean. Por lo general les gusta el mar y en él se encuentran en su elemento, el regente del signo es Neptuno, siendo a la vez buenos viajeros. A medida que desarrollan su carácter, se vuelven más confiadas, pero raramente dependientes de sí mismas, y son capaces de ser muy sinceras, cariñosas y bondadosas, y sienten mucha simpatía en especial hacia los animales torpes. En cuanto a la salud, están expuestas a la tuberculosis pero, al parecer, ellas mismas son capaces de provocar esto con su congoja y melancolía. Cuando están tristes, sufren trastornos digestivos y esto genera a su vez otros problemas, pues ansiosas y aprensivas, debilitan su sistema orgánico y es cuando aparecen los trastornos funcionales. Para preservar su salud, deben ser muy limpias en sus hábitos y evitar los magnetismos y contagios impuros, pues son muy propensas a absorber las influencias nocivas de los demás. La cualidad interior o destino de este signo es la ESPIRITUALIDAD y ante el interrogante de expresar su esencia, Piscis Poético, dice: YO CREO.

Bibliografía
• ANDREU, Teresa (2003): Astrología y Mitología. Los mitos que vivimos, Barcelona, RBA.
• GEOFFREY, Cornelius (2005): Manual del cielo y sus mitos: Guía práctica para observar 88 constelaciones, sus mitos y sus simbolismos, Barcelona, Blume.
• GRAVES, Robert (2001): Los mitos griegos, 2 volúmenes, Madrid, Alianza.
• PASCUAL FERNÁNDEZ, Arturo Marcelo y GÓMEZ CORDERO, Teodoro (2008): Dioses y mitos de todos los tiempos, Barcelona, Océano-Ámbar.
• TRUJILLO, Luis (2004): Los signos del Zodiaco. México, LIBSA/Diana.
Ilustraciones - Arte digital: Kagaya Yutaka, 1996.

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