Mitos, arquetipo e interpretación de Tauro


Tauro


El nombre del signo de Tauro proviene del griego tauros, que significaba toro o buey. El toro ha sido símbolo de fortaleza, fertilidad y belleza desde la Prehistoria. En culturas de muchas partes del mundo se muestra al toro como una deidad sagrada y como participante en diversas mitologías, por ejemplo, en la cultura minoica, la helénica o la egipcia, entre otras.
Existen varios mitos asociados a Tauro: el mito del rapto de Europa, el mito del Minotauro, y el mito de la náyade Ío.
La mitología romana adoptó el mito del rapto de Europa, también conocido como "La seducción de Europa", sustituyendo al dios Júpiter por Zeus. Y es el mito que más ha trascendido vinculado a Tauro.
El mito de Europa y Zeus puede tener su origen en una unión sagrada entre las deidades fenicias 'Aštar y 'Aštart (Astarté) en forma bovina. Después de haber dado a luz a tres hijos de Zeus, Europa se casó con el rey Asterios, siendo este también el nombre del Minotauro y un epíteto de Zeus, probablemente derivado del nombre 'Aštar.
Según el enfoque racionalista de Heródoto, Europa fue secuestrada por griegos (probablemente cretenses) que buscaban vengar el secuestro de Ío, una princesa de Argos. Según relata Heródoto en su obra Historias, los persas sostenían la tradición de que la princesa Ío había sido raptada al subir a un barco mercante fenicio cuando, junto a otras mujeres, compraba mercancías. Los griegos, para vengar el rapto de Ío, raptaron a su vez a la princesa Europa, hija del rey de Tiro, y después a la princesa Medea, hija del rey de la Cólquide. El último rapto fue el de Helena de Esparta, detonante de la guerra de Troya. Estos raptos míticos eran considerados causa de la enemistad entre griegos y persas en la Antigüedad.

Mitos de Tauro

El mito del rapto de Europa
Agenor, hijo de Libia y Poseidón se estableció en el País de Canaán, donde se casó con Telefassa (llamada también Argíope), una princesa de la ciudad de Tiro, quien le dio como hijos a Cadmo, Fénix, Cílix, Taso y Fineo, y una hija, Europa.
Zeus se enamoró de Europa y envió a Hermes para que condujera el ganado de Agenor a la costa del mar en Tiro, donde ella y sus compañeras solían pasear. Él mismo se unió al rebaño tomando la forma de un toro blanco como la nieve para confundirse entre todos los demás. Pero era un toro tan hermoso, tan blanco, tan manso, que irremediablemente llamó la atención de Europa. Algo temerosa al principio, se limitó a lanzarle unas flores a una prudente distancia. Zeus, excitadísmo, se acercó para lamerle con suavidad las manos tratando de refrenar su impulso para no asustarla. Europa, ajena a la verdadera identidad del toro, comenzó incluso a acariciarlo. A Europa le llamó la atención su belleza y, viendo que era manso como un cordero dominó su temor y se puso a jugar con él poniéndole flores en la boca y colgando guirnaldas de sus cuernos; al final se sentó en su lomo y le dejó deambular con ella a cuestas hasta la orilla del mar. De pronto él se metió en el agua y comenzó a nadar, mientras ella miraba hacia atrás aterrorizada viendo cómo la costa se alejaba: con una mano se asía al cuerno derecho y con la otra sostenía todavía un cesto de flores.
Ciego en su propósito de raptar a la joven y gozar de ella en las costas de Creta no hizo ningún caso a sus gritos de terror. Europa, presa del pánico, agarrada a uno de los cuernos del toro, temblaba y chillaba pidiendo auxilio. Pero todo fue en vano. Zeus salió a tierra cerca de Cortina, en Creta, se transformó en águila y violó o sedujo a Europa en un bosquecillo de sauces junto a un arroyo, o, según dicen algunos, bajo un sicómoro siempre verde (también llamado arce blanco, arce sicómoro o falso plátano) árbol que según la mitología debe el que sus hojas sean perennes al presenciar este acontecimiento.
Ya en Creta, Zeus reveló su auténtica identidad, y Europa se convirtió en la primera reina de la isla. Ella le dio tres hijos: Minos, Radamanto y Sarpedón. Asterión, rey de Creta, se casó con ella y adoptó a sus hijos. Zeus dio a Europa un collar hecho por Hefesto y otros tres regalos: Talos (un autómata de bronce), Lélape (un perro que nunca soltaba a su presa) y una jabalina que nunca erraba.
Agenor, padre de Europa envió a sus hijos en busca de su hermana y les prohibió que volvieran sin ella. Ellos partieron inmediatamente, pero, como no tenían idea de adonde había ido el toro, cada uno siguió un curso diferente.
Cílix fue al País de los Hipaqueos, que tomó su nombre, Cilicia (hoy Armenia).
Fénix se dirigió hacia el Oeste, más allá de Libia, a la que es ahora Cartago, y allí dio su nombre a los púnicos; pero, después de la muerte de Agenor, volvió a Canaán, que desde entonces se llamó Fenicia en su honor, y fue padre de Adonis con Alfesibea.
Fineo fue a Tinia, una península que separa al Mar de Mármara del Mar Negro, donde posteriormente le afligieron mucho las harpías.
Taso y sus acompañantes fueron primeramente a Olimpia y allí dedicaron una estatua de bronce de tres anas de altura al Heracles tirio.
Todo esto sucedió cinco generaciones antes de que Heracles, hijo de Anfitrión, naciera en Grecia.
Cadmo viajó a Rodas y Tracia y llegó al oráculo de Delfos, la pitonisa le aconsejó que abandonara la búsqueda de Europa; y fue él quien llevó el alfabeto a la Grecia continental.
Tras la muerte de Europa, en su honor, Zeus convirtió en constelación a la forma de toro gracias a la cual había podido raptar a la princesa, incluyéndose desde ese momento entre las constelaciones.
Algunos otros mitos cuentan de ese toro que raptó a Europa fue el mismo con el que se topó Heracles más tarde, y que además es el que engendró al Minotauro.


El mito del Minotauro
Una vez terminada la relación con Zeus, Europa se casó con Asterión, rey de Creta, el cual murió sin hijos propios. A su muerte, Minos reclamó el trono, pero no todos lo aceptaban, entonces dijo que era voluntad de los dioses que él fuese el rey. Para demostrarlo comenzó a realizar sacrificios en honor a Poseidón, a la vez que le pedía que hiciese salir un toro del mar para demostrar la voluntad de los dioses favorable a su reinado, comprometiéndose a sacrificarlo luego en su honor. Poseidón lo escuchó e hizo salir del mar un toro blanco que Minos, al verlo, no quiso sacrificar como había prometido, y decidió conservarlo por su belleza en sus rebaños. Pensó que a Poseidón no le importaría si se quedaba con el toro blanco y en su lugar sacrificaba uno propio. Esto provocó el enfado del dios y para castigar a Minos por la desobediencia, Poseidón enfurecido hizo que Pasifae, la esposa de Minos, se enamorara profundamente del toro. Poseidón solicitó a Afrodita que inspirase en Pasífae una pasión ingobernable por el toro. Pasifae pidió al artesano Dédalo que le fabricara una vaca de madera hueca y se metió en su interior para aparearse con el toro blanco, la unión entre el toro y Pasifae se consumó, tras lo cual Poseidón hizo enloquecer al toro que causó estragos en Creta. La descendencia fue el monstruoso Minotauro, llamado Asterion, una criatura con el cuerpo humano y la cabeza y la cola de un toro. Pasifae lo cuidó, pero creció y se volvió feroz, siendo la estirpe antinatural de una mujer y una bestia que no tenía una fuente natural de alimento y, por lo tanto, devoraba a los humanos para su sustento. Minos, después de recibir consejos del oráculo en Delfos, hizo que Dédalo construyera un laberinto gigantesco para contener al Minotauro. Su ubicación estaba cerca del palacio de Minos en Knossos.


El mito de Teseo, Ariadna y el Minotauro
Cuando el príncipe Androgeo, hijo del rey Minos de Creta, ganó los Juegos Panatenaicos, el rey Egeo lo invitó a la ciudad de Maratón a luchar contra un toro, lo que resultó en la muerte del atleta. Indignado, Minos invadió el Ática y tras vencer en la contienda, exigió a los atenienses que enviaran siete jóvenes y siete doncellas a Creta cada nueve años para ser sacrificados al Minotauro —la descendencia del encuentro zoofílico de la esposa de Minos, Pasifae, con el toro de Creta que el rey se negó a sacrificar a Poseidón, y que había instalado dentro de un laberinto que ordenó construir a su arquitecto Dédalo—. Teseo se presentó como voluntario en el tercer envío de jóvenes y doncellas que serían inmolados, pidiendo a su padre que le permitiera ser parte de la ofrenda y lo dejara acompañar a las víctimas para poder enfrentarse al Minotauro.
El Minotauro fue derrotado por el héroe ateniense con la ayuda de la hija de Minos, la princesa Ariadna, quien se enamoró de él a primera vista y propuso a Teseo ayudarle a derrotar a su hermano (el Minotauro) a cambio de que se la llevara con él de vuelta a Atenas y la convirtiera en su esposa. Teseo aceptó. Ella le proporcionó una espada y una bola de hilo que Teseo ató a uno de los extremos de la puerta del laberinto, para poder salir.


El mito de Teseo y Ariadna tiene variantes según las fuentes. Ariadna se fugó con Teseo después de que él mató al Minotauro, pero según Homero en la Odisea, Artemisa la mató porque Dioniso la acusó. Homero no da detalles sobre la naturaleza de la acusación de Dioniso, sin embargo, fuentes contemporáneas han especulado que ella ya estaba casada con él cuando se fugó con Teseo. La mayoría de los mitos afirman que Teseo abandona a Ariadna. Una de las versiones más antiguas del mito cuenta que el dios del vino, Dioniso, reclamó a Ariadna como esposa; se le apareció a Teseo mientras navegaban hacia Atenas, diciéndole que había elegido a Ariadna como consorte y le exigió que la dejara en Naxos para él, por lo que Teseo la abandonó. La diadema de bodas de Ariadna se estableció en los cielos como la constelación Corona Borealis. Con Dioniso, Ariadna fue madre de Enopión, Toante, Estáfilo y Pepareto. Una versión del mito narra que Perseo combatió contra Dioniso en Argos y mató a Ariadna. Dioniso descendió al Inframundo y regresó con ella y con su madre Sémele, llevándolas luego al Monte Olimpo.


El mito de Ío
Ío era una princesa náyade hija del dios fluvial Ínaco, primer rey de Argos (ciudad de Grecia antigua al nordeste del Peloponeso) y sacerdotisa de Hera. Zeus, siempre enamoradizo, se fijó en ella y se le presentaba en sueños incitándola a que le entregara su virginidad. Cuando la joven le contó esto a su padre, Ínaco fue a consultar al oráculo, que le aconsejó que la expulsara de su casa o Zeus aniquilaría con su rayo a toda su estirpe. Una noche, Ío soñó que recibía la orden de trasladarse al lago de Lerna, despojarse de sus ropas y entregarse a Zeus. La princesa consultó a los oráculos de Delfos y Doldona, y ambos le aconsejaron cumplir con el sueño para evitar el castigo divino. Así fue como Ío obedeció y se unió a Zeus, quien, se transformó en nube, u oscureció el cielo con nubes muy espesas que impidieran ver a los otros dioses lo que hacían. Hera sospechó de inmediato y, antes de que pudiese llegar a donde estaban, Zeus convirtió a Ío en una vaca blanca (otras versiones del mito cuentan que fue Hera quien transformó en vaca a Ío). Hera no entendió lo que hacía su esposo con una vaca, y la reclamó como suya, y éste, para no levantar más sospechas, se la entregó. Hera dio en custodia a la vaca al gigante Argo Panoptes, ordenándole: «Ata en secreto este animal a un olivo en Nemea». Zeus no podía soportar ver a Ío así y envió a Hermes para que matase al gigante. Aunque Hermes era el más inteligente de los ladrones, sabía que no podía robar a Ío sin que lo viera alguno de los cien ojos del gigante Argo; en consecuencia, le hizo dormir tocando la flauta y contándole historias, lo mató y libertó a Ío. Hera pronto tomó represalias después de poner los ojos de Argo en la cola del pavo real su ave favorita, como un recuerdo constante de su injusto asesinato, e hizo que un tábano picase a Ío y la persiguiese por el mundo entero. El insecto punzante enloqueció a la vaca y la obligó a recorrer kilómetros a través de las extensiones de Europa y Asia para llegar a Aigyptos (Egipto). Allí Zeus, con caricias, le devolvió la forma humana, y a continuación dio a luz a Épafo, hijo de Zeus que nació a orillas del Nilo tras el largo peregrinar de su madre y que se convertiría en rey de ese país.
Pero, la ira de Hera no había quedado satisfecha, y esta ordenó a sus sacerdotes guerreros, los curetes, que secuestraran al recién nacido. Estos obedecieron, y aunque fueron descubiertos y castigados por Zeus, que los aniquiló con su rayo, no revelaron el paradero del bebé. Así la desventurada Ío inició una nueva travesía esta vez en busca Épafo, al que por fin encontró en Siria, donde lo amamantaba la diosa Astarté. Cuando Ío regresó a Egipto con su hijo se casó con Telégono, rey del lugar, por eso Épafo heredó este reino cuando murió su padrastro.
Épafo se casó con Menfis, una hija del dios-río Nilo. Y para honrarla fundó una ciudad a la que puso su nombre y que se convertiría con el tiempo en la nueva capital del reino.
Ío instituyó el culto a Isis, nombre que ella daba a la diosa Deméter. Ío, con el tiempo, fue adquiriendo los atributos de la diosa egipcia Isis, y en consonancia con la deificación de su madre, a Épafo se le identificó con Apis, el toro sagrado, y como tal se le adjudicaron los mitos y atributos de este dios.
Algunos autores sostienen que la constelación de Tauro fue predilecta de Zeus en honor de Ío. Y que se trata de una vaca, una réplica de Ío. Las estrellas llamadas Híades rodean con su figura la testuz de Tauro. Las Híades eran unas ninfas, conocidas como nodrizas de Dioniso.


Arquetipo de Tauro en astrología
Tauro es el segundo signo del zodiaco. Tauro, como signo de tierra fijo, se relaciona con la estabilidad. Tauro es un símbolo del poder de la naturaleza, la fuerza vital encarnada en la forma. Tauro es un signo femenino y está regido por el planeta Venus, y existen tendencias astrológicas que postula a Ceres como su corregente o planeta afín. Se equilibra y complementa por el signo opuesto de Escorpio, gobernado tradicionalmente por Marte, y por Plutón su regente moderno. Tauro aporta estabilidad, sensualidad, seguridad, persistencia.

El toro era un símbolo de fuerza, fecundidad y belleza, y era común su culto y sacralización en la prehistoria como en varias culturas del mundo antiguo. El glifo de Tauro es el arco de la receptividad y la conciencia del corazón sobre el círculo del espíritu, parecido a un toro. Simboliza la capacidad de escuchar al espíritu, estar abierto al flujo de la vida al confiar en la sabiduría del cuerpo y comprometer el silencio del alma para descubrir la paz interior.

Tauro es el arquetipo de la serenidad y la paz de la Madre Tierra, la Naturaleza, que anima y nutre a la humanidad. Los planetas en Tauro agregan una sintonía con los ritmos profundos de la naturaleza. Las personas que tienen a Tauro fuerte en sus cartas natales naturalmente enseñan a otros la reverencia de la naturaleza y los placeres del cuerpo. Tauro es un símbolo de fuerza, porque su naturaleza práctica y terrosa es dura como el granito y firme como el músculo. Es productivo y fértil como los cultivos, sensual y artístico, y puede proporcionar alimento.

Tauro y sus reflectores planetarios Venus y Ceres simbolizan el flujo rítmico de la naturaleza, la paz interior y la pertenencia a través de momentos de tranquilidad y placer. Para Tauro, el cuerpo es un templo. Tauro inspira a experimentar placer y todo lo que es natural en el campo de la vida que coloree en la carta natal. Esa casa indica donde la persona debe ser una fuente de valor, de ingenio, de tranquilidad, de afecto y de placer. Lo mismo ocurre con las casas que albergan a Venus y Ceres, las diosas del placer y de la fertilidad. Es en estos reinos de la vida donde puedes nutrir a otros e inspirar un sentido de pertenencia y paz interior. Tauro gobierna la voz, la garganta, el cuello.

Cuando la energía de Tauro está mal dirigida, la persona actúa como tacaña y posesiva, demasiado indulgente en los apetitos sensuales. Cuando su campo Tauro olvida que la materia en realidad solo tiene forma de energía condensada y se apega demasiado a la riqueza, surgen los rasgos de sombra para interrumpir el flujo de la paz. Para obtener la serenidad, debemos cultivar una profunda reverencia por la naturaleza y la vida. Los tauro son los druidas de la vida, protectores del planeta.

Aprender a superar la sombra expresando el signo opuesto Escorpio, ganando pasión, visión transformadora y una reverencia por el misterio eterno. La palabra clave ‘conservador’ aparece en la lista de los lados oscuro y claro de Tauro. Cuando somos conservadores porque nuestros valores están en sintonía con la naturaleza y compartir con otros se vuelve imperativo, experimentamos la paz de Tauro. Cuando nuestro conservadurismo nos lleva a la codicia y al materialismo, nos convertimos en consumidores sin vida en un mundo de pereza hedonista. Perdemos nuestra imaginación y nos convertimos en el "ganado" de la humanidad que los gobiernos e instituciones ven como alimento para sus propios dietarios.

El Minotauro el arquetipo del monstruo tirano, el lado oscuro de la naturaleza que actúa fuera del inconsciente cuando los deseos que afirman la vida son reprimidos o negados. Asterión, el Minotauro, se puso por encima de los dioses y la naturaleza, y la consecuencia es el estancamiento. La vida se detiene; no va a ninguna parte, gira sin cesar sobre sí mismo, recorre el oscuro laberinto en busca de una salida y nunca la encuentra. En la superficie, Creta parecía exitosa, abundante y próspera, pero en el fondo había un monstruo voraz que nunca estaba satisfecho. Teseo pudo romper el ciclo de inmolaciones porque vino de fuera de Creta, pero también era hijo de Poseidón, por lo que igualmente es un hijo de toro. Por eso pudo matar al Minotauro. Tauro y el toro representan nuestra conexión con la tierra y nuestros propios cuerpos, deseos y valores, incluida la riqueza y los recursos internos. Los mitos muestran la importancia de no atesorar su riqueza o reprimir su verdadero valor, y revelan lo que sucede cuando las pasiones se vuelven rampantes.

El principio espiritual de Tauro es pertenecer a través de la presencia. Nuestra presencia como seres humanos sagrados es nuestro verdadero regalo. Honrar los momentos de la vida puede ser difícil en una sociedad que condiciona a las personas a apresurarse y tratar el tiempo como una oportunidad para ganar dinero y acumular riqueza.

Para Tauro, Venus y Ceres, la simplicidad es la esencia de la vida. Debemos aprender a valorar nuestro tiempo en el mundo y vivir cada momento al máximo. Tanto el pasado como el presente están sucediendo a medida que se crea en el ahora. En el presente no hay preocupaciones, arrepentimientos, confusión, ansiedades o miedos a menos que se les permita filtrarse del pasado o del futuro. Tauro nos pide que cultivemos una vida de meditación en movimiento para que podamos determinar la vibración única de cada momento como una serie de flujo de tiempo que emerge del vacío creativo y el campo del ser eterno. Estar en el momento es un acto de reverencia caracterizado por la paz interior, el placer y la simplicidad.

Las personas con una buena dosis de Tauro en su carta natal son maestros de la relajación, les gusta comer y beber bien, son sibaritas, reverencian la naturaleza, les gusta escuchar música, hacer meditación, disfrutan de masajes y del tacto, están sintonizados con los placeres de las sensaciones. Tauro necesita trascender los impulsos inferiores (instintos, deseo, codicia, lujuria) y dominarse. Lo importante es trascender, no reprimir, los instintos. Si uno reprime sus deseos, se transforman en monstruos carnívoros y se convierten en compulsiones y adicciones. Podríamos aprender mucho del Tauro por excelencia. Cuando se respeta al toro y se honran los ciclos naturales, se pueden dominar las pasiones animales y encontrar la paz interior dejando que las cosas se fluyan cuando ya no sean necesarias.

En Tauro también debemos considerar las dos figuras femeninas en el mito de Teseo: Pasifae y Ariadna. Pasifae se volvió loca de lujuria; los impulsos sexuales son característicos de Tauro, como lo son de su signo opuesto, Escorpio. Ariadne entendió que el hilo permitiría a Teseo abrirse paso con seguridad a través del laberinto. Las taurinas bajo la influencia de Venus pueden hacer que cualquier hombre sea portador de antorchas, ya que tienen la capacidad de guiar al hombre que aman a través de un laberinto personal en el que se encuentren y vencer demonios. Estos tipos de Ariadna, sobre todo mujeres inspiran a los hombres a despertar a su héroe interior. Pero las mujeres que confían demasiado en su belleza o sus relaciones íntimas para definirse pueden terminar en un dilema similar al de Ariadna, a quien Teseo abandonó en la isla de Naxos cuando ya no quiso saber de ella. Sin embargo, Ariadna encontró su plenitud a través del éxtasis espiritual y creativo, ya que se comprometió con Dioniso. Dionisio mismo está vinculado al arquetipo de Tauro y algunos astrólogos proponen a un planeta virtual llamado Transpluto (o Baco -nombre latino de Dioniso-), que asocian con Tauro


Bibliografía:
• Andreu, Teresa. (2002): Astrología y mitología: los mitos que vivimos, Barcelona, Editorial Índigo.
• Cardona, Francesc Lluis (2018): Mitología Romana, Barcelona, Ediciones Brontes.
• Eratóstenes. (1999): Mitología del firmamento. Catasterismos, traducción y notas: Antonio Guzmán Guerra, Madrid, Alianza Editorial.
• Graves, Robert. (2011): Los Mitos Griegos, vols. I y II, Madrid, Alianza Editorial.
• Guttman, Ariel; Guttman, Gail; Johnson, Kenneth. (2005): Astrologia e Mitologia. Seus Arquétipos e a Linguagem dos Símbolos, São Paulo, Madras Editora.
• Hard, Robin. (2008): El gran libro de la mitología griega, Madrid, Editorial La Esfera de los Libros.
• Jünger, Friedrich Georg. (2006): Los mitos griegos, Barcelona, Editorial Herder.
• Tarnas, Richard. (2009): Cosmos y Psique. Indicios para una nueva visión del mundo. Girona, Ediciones Atalanta.

Imágenes:
• Dmtian – Taurus.
• Kagaya – Taurus.
• Yanae – Pasifae and Asterion.
• Krisdog – Theseus And The Minotaur.
• Emberst – Ariadne’s thread.
• Hanie Mohd – Hera and Io.

Comentarios

Samantha ha dicho que…
¡Me encantó! Felicitaciones.
Lady Amalthea ha dicho que…
*Gracias por tu comentario*
Anónimo ha dicho que…
El arquetipo de Tauro es inspirado en Hera o Afrodita?
IЯERI CALDERÓN ha dicho que…
Ambas diosas están asociadas a este signo porque las dos tienen características de Tauro: incluidos los celos, la sensualidad, la belleza, la fuerza... No precisamente que inspiren el arquetipo, pues el arquetipo de Tauro es el toro sagrado: que desde la antigüedad representa: serenidad, belleza y fuerza.