El Tarot y su simbolismo

En una tirada de Tarot se encuentran los tres mundos: el mundo de la materia, todo aquello que podemos percibir con los sentidos; el mundo anímico, el del alma, el que captamos con las emociones profundas y con la sincronicidad; y el mundo del espíritu, la mente, el que percibimos mediante la intuición. Cualquier sistema como el Tarot permite materializar la información del inconsciente (donde esos tres mundos no están separados), por eso tenemos la sensación de que la información es más completa, de que «vemos más». Es como si penetráramos en una red de corriente eléctrica que está por todas partes. Cuando el consultante establece contacto con una cuestión específica que tiene en su mente, dicha red se estimula y el tarotista se limita a ver qué se ilumina. Desde la ciencia y el misticismo, la totalidad del universo está bastante demostrada. Y puedes conectarte a ella mediante varios instrumentos, como por ejemplo el Tarot, que además se conforma como medio de estudio y conocimiento.


Cuando nos cuestionamos el significado de la vida podemos encontrar guías que nos ayuden a transitar por tan abigarrado y maravilloso camino. El Tarot es uno de esos sistemas. Los arquetipos representados en los Arcanos Mayores nos ayudan a alcanzar nuestras propias conclusiones mediante la confrontación con misterios presentes en las raíces de nuestra cultura, lo que suele llamarse el inconsciente colectivo.

Los Arcanos Mayores cuentan una bella historia, la de un espíritu que un día se encarna y decide experimentar, encontrar sentido y escucharse hasta llegar a su completa realización.
Los Arcanos Mayores señalan los grandes temas de la existencia y pretenden ser un acercamiento al Gran Misterio de la vida tal como los humanos hemos llegado a comprenderlo y aprehenderlo. Responden a una tradición que no tiene fecha de origen, quizá tan antigua como el género humano.

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