La Magia de Piscis

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El Sol al entrar en el místico signo de Piscis hace que ese momento sea mágico. Piscis es un signo de agua adaptable, un mar siempre cambiante de emociones. Es el último signo del zodíaco, el lugar donde las líneas que dividen y definen se desvanecen. Se trata de mezclar y de encajar con el grado máximo el tiempo para ir a nadar en el mar cósmico infinito. Piscis vive más allá de los límites del tiempo y el espacio en los bordes de la identidad donde el yo singular se desvanece de nuevo en el espíritu humano colectivo a partir del cual todos venimos.
Piscis es el más espiritual de todos los signos del zodiaco. Las cosas llegan a su fin en Piscis, especialmente nuestros apegos.
Nuestra adherencia emocional se rinde en los lugares donde la tenemos que dejar ir.
La rendición es una fuerza muy poderosa que se encuentra en el núcleo de Piscis. No se trata de rodear al poder de otra persona ni a ninguna fuerza externa. Se trata de renunciar a la lucha de tener que hacerlo por nuestra cuenta. La esencia espiritual de los signos está fuertemente enraizada en el principio de que todos pertenecemos a algo más grande que nuestros egos.
Es una ilusión el hecho de que existamos como individuos absolutos. Ninguno de nosotros se ha creado así mismo, ni los cuerpos que habitamos, ni la sociedad en que vivimos. El hardware humano que nos es suministrado en lo personal es común a todos y cada uno de nosotros. El homo sapiens viene con una enorme cantidad de "equipos inteligentes". Somos máquinas de aprendizaje auto-referencial que funcionan como individuos dentro de una más grande: la cultura que nos rodea. El concepto de comunidad viene con Acuario, y la sensación de pertenecer a algo más grande que nosotros mismos viene con Piscis.
Piscis no es un pez, son los peces. Los dos peces de su símbolo nadan en direcciones opuestas. Uno es descendente en el mundo físico y el otro es ascendente a una dimensión superior. Este contraste entre la materia y el espíritu representa la complejidad de la última señal del zodiaco. Es como esta cuestión: ¿estamos inmersos los seres espirituales en la materia, o estamos los seres materiales aspirando a convertirnos en seres espirituales? Esto no es una pregunta literal que requiere una respuesta. Es una cuestión de experiencia que se vuelve más importante en esta época del año. Su regalo es el aprendizaje que es a la vez el espíritu y la materia, y no tenemos que elegir entre los dos. Podemos ser sexys, sensuales, egoístas y ávidos de experiencias terrenales al mismo tiempo que somos divinos, etéreos y eternos.
Piscis, después de todo, no trata sólo de esa inclusión, sino que representa a todos los signos unidos entre sí. Es verdad que puede ser confuso para encontrar nuestros rasgos contradictorios, pero eso es sólo un problema si insistimos en la elección entre ellos.
La magia de este signo es que todos somos: formas cambiantes, y tenemos muchas más opciones de lo que pensamos. Piscis ofrece confusión, que puede ser muy útil a veces. La confusión acerca de quiénes somos o cómo puede ser una determinada situación sea quizá poco tranquilizadora, sin embargo, puede ser un paso importante hacia el cambio.
Superar la resistencia y las limitaciones con las cuales nos identificamos. Se trata de que se pierdan para que algo nuevo se puede encontrar.
Hay que cultivar el don de Piscis permitiéndonos divagar y maravillarnos en él. Dejando, por ejemplo, que la música, el arte, la magia, el romance, la compasión, la imaginación y la espiritualidad disuelvan la realidad limitada que define las fronteras de nuestras vidas. Nadar libremente en el océano de la experiencia donde podemos recordar que somos uno y todo el mundo a la vez, y que cada quien es único en su perspectiva, pero completamente conectado con la experiencia humana que todos compartimos.

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