Historia de la Astrología (Desde la prehistoria a la cultura mesopotámica)


El inicio de la astrología es casi tan antiguo como el ser humano. En el viejo mundo mesopotámico del año 8000 a. C., los seres humanos vivían a cielo abierto, su espíritu estaba casi dominado por un mundo superior, lleno de fenómenos inexplicables: truenos, rayos, eclipses, etc., y sólo con alzar la mirada y observar el cielo continuamente, hacía en cierta forma, buscar con la vista la comprensión de unos hechos determinados.



La idea de mirar hacia el cielo cuando algo no comprendemos ha permanecido siempre presente en la humanidad; y en la actualidad, prevalece en todos los momentos de nuestra vida (en momentos de tristeza, de alegría...). Es como buscar la solución de unos acontecimientos o de nuestros actos, allá en el firmamento.
Investigaciones llevadas a cabo sobre inscripciones óseas en la Edad de Hielo, por ejemplo, indican que el hombre conocía los períodos lunares hace unos 32,000 años.
En fragmentos de documentos del reinado de Sargón de Acadia (2870 a.C.), quien era llamado soberano justo y señor de las cuatro partes del mundo, muestran predicciones basadas en las posiciones del Sol, la Luna y los cinco planetas visibles, más una serie de datos sobre otros fenómenos, incluidos cometas y meteoritos.




La Prehistoria
La importancia que el hombre primitivo dio a los movimientos del Sol, la Luna, las estrellas y los planetas se refleja en el gran número de construcciones megalíticas que se realizaron.
Se ha demostrado que una de las funciones principales de estas construcciones era calcular las rotaciones planetarias anuales.
El monumento de Stonehenge, en Inglaterra, es el más interesante. Los estudios realizados demuestran que su construcción se inició hacia el 2.500 a.C., antes de la civilización micénica.
Stonehenge constituye una prueba extraordinaria de los logros de las sociedades de la Edad de Bronce de Europa Occidental.
Esta cultura aparentemente bárbara desarrolló un complicado método de calcular un calendario de gran precisión que indicaba los solsticios y predecía los eclipses. A pesar de esto no supieron plasmar sus conocimientos para la posteridad.
La construcción de Stonehenge se verificó en tres etapas básicamente y representa una labor que según investigaciones realizadas, es de 1.497.680 días de trabajo por hombre.




La cultura mesopotámica
Entre los milenio IV y III a.C., en la época sumeria, durante la cual fueron establecidos los primeros sistemas astrológicos, se concebía el Universo como una inmensa bola vacía compuesta de dos hemisferios y cuyo centro era la Tierra; por encima se hallaba el Cielo y por debajo el Inframundo.
Según esta interpretación del mundo, los antiguos mesopotámicos imaginaron que los dos hemisferios se unían en la línea del horizonte, dónde se fundían el Cielo y las aguas de las cuales emergía la Tierra.
Los caldeos fueron astrónomos y matemáticos importantes. Observaron que los acontecimientos del cielo seguían un mismo patrón, las estrellas se movían en el firmamento siguiendo un orden fijo, y los planetas giraban excéntricamente y casi en un mismo plano sobre el fondo estelar.
Resultó evidente que los planetas también tenían y seguían sus propias leyes, así se diseñaron las primeras efemérides o tablas de los movimientos planetarios; las más antiguas que conocemos datan de mediados del siglo VII a. C., durante el reinado de Asurbanipal, rey asirio.
Los caldeos, para confeccionar su sistema cosmológico, utilizaron las doce constelaciones más importantes, por las que el Sol y la Luna pasaban periódicamente y que constituyen los antepasados de nuestro zodíaco. Cada dos horas las constelaciones giran en el cielo 30 grados, es decir, una doceava parte del total de la circunferencia.
Durante siglos, toda observación astrológica permaneció ligada a la salida y al ocaso de los cuerpos celestes siguiendo este patrón. Además existía otro conjunto de 12 secciones, que no guardaban relación con la anterior, denominadas casas. Fueron numeradas desde el Este hacía abajo, en dirección contraria a las agujas del reloj y simbolizaban sectores de la vida según el siguiente orden:
1ª Casa: Vida, 2ª Casa: Riqueza-Pobreza, 3ª Casa: Hermanos, 4ª Casa: Padres, 5ª Casa: Hijos, 6ª Casa: Enfermedad-Salud, 7ª Casa: Matrimonio, 8ª Casa: Muerte, 9ª Casa: Religión, 10ª Casa: Honores, 11ª Casa: Amistad, y 12ª Casa: Enemistad.
Los planetas fueron descritos de acuerdo con las casas que ocupaban y las distancias angulares entre ellos, que indicaban el tipo de influencias que iban a ejercer.
La denominación de los signos zodiacales fue apareciendo debido a las observaciones caldeas del firmamento.
Los nombres que propusieron los caldeos surgieron de sus preocupaciones cotidianas, simbolizando la fusión de sus temores más inmediatos (toros, escorpiones, leones...). En un principio, designaron 36 estrellas, luego eligieron las 12 constelaciones más importantes que más tarde dieron lugar al zodíaco occidental al inicio de la cultura griega.
La astrología babilónica no se ocupó solamente de realizar predicciones de tipo personal, sino que se preocupó más bien de predecir la ocurrencia de grandes acontecimientos: inundaciones, eclipses, guerras,... y los efectos que tendrían sobre el Rey; quien representaba tanto al Estado como al bienestar general.
Desde la época del rey Asurbanipal, a mediados del siglo VII a.C., no hubo casi cambios en la teoría astrológica, hasta que Kepler, en el siglo XVII, hizo sus cálculos matemáticos de las órbitas planetarias.

Bibliografía
ALCOBA, ‎M.E.; AZICRI, C. y MOLINA, C. (2005): Curso de astrología: Signos, planetas, casas, Tomo I, Buenos Aires, Kier.
ANTARÉS, G. (1981): Manual Práctico de Astrología, Barcelona, Obelisco.
DUMÓN, E. R. (2004): Manual de Astrología Moderna, Buenos Aires, Kier.
HALL, J. (2007): La Biblia de la Astrología, Madrid, Gaia.
PARKER, J. & PARKER, D. (1997): Astrología Parker: La guía más completa de una disciplina ancestral, Barcelona, Grijalbo.
PARKER, J. & PARKER, D. (2007): Guía Visual de Astrología, Madrid, Espasa.

Comentarios